Jamás

Sabiendo que nada está sujeto a control alguno se te come la ansiedad de perder las riendas. Porque defiendes tu territorio como un rottweiler El absurdo domina tus pensamientos y se te acelera el corazón, como si solo tuvieras un único enemigo en el mundo, sientes el odio en tus arterias presionando tu cuerpo, obligándote a olvidar todo lo que te hacía perdonar, y obsesionarte con una única idea en tu cabeza: proteger a los tuyos por encima de todo. Cuando la justicia divina no parece ser suficiente. Cuando alguien osa pisar tu jardín. Cuando todo deja de importar porque te domina la adrenalina. Cuando harías cualquier cosa, por lo que más quieres. En ese momento, tus actos parecen neuróticos pero tu sabes que la sangre caliente que bombea tu cuerpo es limpia y libre de culpas. Cometes errores, que no puedes evitar cometer. Porque sabes, que por indefenso que parezcas, jamás vas a permitir que nadie, sea quien sea, se atreva a destruir lo que tu has alzado de la nada a base de barro... y sangre.