A veces... las lecciones vienen en forma de inspiración. Un susurro... que te congela la sangre y te paraliza las manos. Ya no es miedo. Ya no es ansiedad. Ya no es... tan siquiera tristeza. Es... una respiración profunda y entrecortada que pierde la fuerza lentamente, un pálpito que te obliga a detenerte en medio de la calle y caer al suelo, esperando. Tu corazón... ya no le sobran razones para seguir bombeando. Y se ha parado, se ha detenido un instante, para decirte, tan solo... "o lucha... o muere. Pero no te vuelvas a levantar... si esperas volver a caer, porque ya no puedo más, ya no." y deseas con toda tu alma, que se acabe. Deseas, que todo haya sido un coma profundo. Pero no. Decide darte una segunda oportunidad, en contra de tu voluntad, que solo quieres caer. Que quieres... no volver a sentir nada. El tacto frío de una piel húmeda, el tono azulado... de unos ojos agotados, el aliento débil de la fiebre, el espasmo de un pinchazo en la nuca, el recuerdo... de un latido caliente en una sábana mojada de una vida que creías poseer. Pero no. Cuánto más sientes tuyo, más se apresuran a cortarte las manos, a demostrarte, que no vales lo suficiente como para que alguien... de un paso adelante por ti. Y esperas... a que tu espalda vuelva a impactar contra la calzada fría, y el cemento.